O Programa Vagalume súmase a mensaxe de Cáritas Española polo 8M.
En el Día Internacional de la Mujer, Cáritas alerta de cómo la pandemia sanitaria provocada por la Covid-19 está aumentando las desigualdades entre hombres y mujeres, y las graves vulnerabilidades a las que ellas se tienen que enfrentar cada día tanto en los ámbitos económico y social como educativo.
A través de su amplia red de programas de apoyo y escucha (centros de día, recursos residenciales o servicios de atención, entre otros). Cáritas es testigo de cómo durante la pandemia se han disparado las dificultades de las mujeres acompañadas para acceder a una vida digna y merman aún más las oportunidades de elegir su propio proyecto de vida a causa de las barreras que impiden su desarrollo personal y laboral.
La Covid-19 también tiene rostro de mujer
Los efectos de la pandemia no son neutros en cuanto al género de las personas acompañadas por Cáritas. Las mujeres son doblemente golpeadas por un modelo estructural, en el que al flagelo de las violencias machistas se suman las desigualdades múltiples, como son el origen étnico, la edad, la situación socioeconómica, la discapacidad o la ubicación geográfica, que impactan en las mujeres en condiciones más precarias y aumenta su riesgo de exclusión social. Si en 2020 decíamos que la pobreza tiene rostro de mujer, en 2021 podemos atestiguar, por nuestra experiencia, que los efectos de la pandemia también lo tienen.
Se trata de un retroceso global. A través de la red internacional de Cáritas y del apoyo que Cáritas Española presta en terceros países al trabajo con mujeres vulnerables que desarrollan las Cáritas nacionales, se constata que las mujeres tienen puestos de trabajo de mayor precariedad, no sólo en cuanto a salario, sino a condiciones laborales, inestabilidad o vulneración de derechos, además de mayor probabilidad de estar empleadas en el sector informal.
Las mujeres, además, afrontan desventajas de acceso igualitarias para las mismas prestaciones sociales, conforman la mayoría de los hogares monoparentales y son las principales sustentadoras de los cuidados familiares. A ello se une el incremento de las situaciones de violencia que se ha producido durante el confinamiento domiciliario obligado por la pandemia.