Año: 2017

Financia: Secretaría Xeral de Igualdade – Xunta de Galicia    

El Dispositivo

La trata de ser humanos con fines de explotación sexual es una de las mayores violaciones de los Derechos Humanos, una forma de esclavitud moderna, y una de las caras más amargas de la violencia de género. Según la OIT (Organización Internacional del Trabajo), 2,4 millones de personas en el mundo están sujetas a la explotación como resultado de la trata de ser humanos.

La trata internacional de personas no es un evento aislado, si no que es un fenómenos continuo, una sucesión de hechos conectados que comienzan en un país, normalmente pasa por otros (países de tránsito) y deriva en uno tercer país (de destino). El Protocolo de las Naciones Unidas para prevenir, reprimir y castigar la trata de personas, especialmente de mujeres y niñas/los,  «Protocolo de Palermo» en su artículo 3, define la trata de personas como «la captación, el transporte, el traslado, la acogida y la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. La explotación incluye como mínimo, la derivada de la prostitución y de otras formas de explotación sexual, trabajos o servicios forzados, esclavitud o prácticas similar, servidumbre y extracción de órganos».

Prostitución y Trata son dos fenómenos estrechamente interrelacionados, siendo la prostitución el objetivo principal de la trata de mujeres. El carácter local, incluso individual, que podía tener la prostitución tradicional fue sustituído por algo mucho más complejo y de mayor alcance, por una actividad delictiva que comercia con las mujeres, vulnerando su dignidad y comprometiendo gravemente los DD.HH.

La Trata de personas con fines de explotación sexual debe ser analizada desde una perspectiva global e interconectada, en la que confluyen factores económicos, sociales, políticos y culturales. Las desigualdades de género, la feminización de la pobreza y los flujos migratorios son factores interrelacionados y determinantes en este fenómeno.

Según las Naciones Unidas, España figura entre los principales países de destino de mujeres con fines de explotaciones sexual, aunque también destaca su condición de país de tránsito. De todos maneras, se desconoce el verdadero alcance y naturaleza del fenómeno debido, sobre todo, a la falta generalizada de datos relativos a su dimensión, evolución, magnitud,etc.

Segundo el VI Plan Gallego para la Igualdad entre mujeres y hombres, «la trata de personas, concretamente de mujeres y con fines de explotación sexual, es una cruel realidad que precisa de un tratamiento institucional claro y contundente. Según datos de la Guardia Civil, en el año 2009 se atendió a 129 víctimas de trata con fines de explotación sexual, de las cuales el 95,04% eran de nacionalidad extranjera.»

Vagalume – CÁRITAS, durante el año 2017 atendió alrededor de 300 mujeres que viven en contextos de prostitución y/o son víctimas de explotación sexual o trata de ser humanos con fines de explotación sexual, en el caso de 13 de estas mujeres, después de entrevista individualizada y/o a través de denuncia, se determinó que había índicios claros de trata de ser humanos con fines de explotación sexual.

A través de este análisis global del fenómeno y,teniendo en  cuenta, el contexto socio-económico, el Programa Vagalume – CÁRITAS desde hace más de 10 años busca nuevas formas de intervención que permitan prestar una atención integral, apoyo, acogida y recuperación a las mujeres víctimas de explotación sexual y de trata y aquellas que viven en contextos de prostitución que, entre otras, se concreta en el Dispositivo de Emergencia y Acogida.

La principal finalidad del Dispositivo es proporcionar a las mujeres que viven en contextos de prostitución y/o son víctimas de trata de personas con fin de explotación sexual un espacio para llevar a cabo un proceso de recuperación personal y de autonomía plena para lograr su integración social, cultural y laboral.

Acoger, proteger, dar seguridad y apoyo profesional, proporcionar un hogar así como cierta independencia económica es fundamental para abordar de manera integral el proceso de recuperación y restablecimiento de las mujeres que viven esta situación.

El Dispositivo posibilita una residencia temporal, donde las mujeres cuentan con el tiempo necesario para su recuperación emocional y de reflexión. En ese tiempo se trata de potenciar sus recursos personales para afrontar situaciones futuras, que sean mujeres autónomas, independientes y capaces de elaborar un proyecto vital.

Es fundamental destacar la importancia de las relaciones que se establecen en el Dispositivo de acogida y emergencia ya que, al lograr un mayor grado de interacción y acercamiento, se ahonda en el conocimiento de la situación de cada mujer y del propio contexto en el que se trabaja. Este hecho permite, además de realizar una intervención más completa, identificar a posibles víctimas de trata.

A pesar de que en la mayor parte de los casos no hay denuncia, si seguimos la definición del Protocolo de Palermo citada anteriormente, un número muy elevado de mujeres son, efectivamente, víctimas de trata.

La ausencia de denuncias es explicada por las propias mujeres haciendo referencia al miedo y a la falta de garantías sobre su seguridad y la de su familia tanto en el país de origen como en el de destino. Este es el motivo por lo que en muchos de los casos tengamos que emplear recursos y herramientas legales y sociales diferentes a los que se emplean cuando las mujeres tienen la condición reconocida de víctima de trata.

«Nos enseñaron a tener miedo a la libertad; miedo a tomar decisiones, miedo a la soledad. El miedo a la soledad es un gran impedimento en la construcción de la autonomía». Marcela Lagarde